jueves, 6 de enero de 2011

Barton Fink

“…seguir viviendo es ver el pasillo incendiado del hotel de Barton Fink”. Creo tener la certeza de que esa frase es la precisa para escribir un relato. Relato que no es éste, por cierto. Relato que será escrito tras la liberación de los fantasmas y de las realidades esclavizantes- pero el agujero ya está hecho y de a poco se va  filtrando la infección que da paso a una nueva carne. Bueno, y es que la imagen de Charly caminando con su maleta por el pasillo en llamas, con el sudor bañándolo como en un refrescante infierno… es deliciosamente apropiable, raptable, hurtable, expropiable y todo lo que tenga que ver con el sucio (pero elegantemente encubierto por el nombre) acto de la intertextualidad; que no es otra cosa que colgarse de los propios referentes para poder decir lo que nos gustaría decir con lo que otros ya han dicho, evidenciando el hecho de no poder crear una imagen propia.
         Ahora creo que diría “…seguir viviendo es caminar por el pasillo incendiado del hotel de Barton Fink”. Caminar con la seguridad de no saber si el pasillo termina o al doblar a la derecha continúa la sofocación y el ascensor de rejillas no ha existido porque nunca se ha subido, sino que nos hemos pasado gran parte de la vida tratando de mantener el papel mural adosado a la pared- ese que se empeña burlona y viscosamente en caer desde la pared de la habitación de Fink-, haber tratado de hacerlo, de manera artesanal,  con el engrudo que aprendimos a hacer durante la noche antes a la entrega de un trabajo en el colegio, porque a esas horas no encontrarías abierto el negocio de la vecina y ocultando el hecho a tu madre (el hecho de que a esas horas recordaste el trabajo para el día siguiente); y siempre hemos vivido en el piso aquel y creemos que conocemos el resto del mundo, pero no sabemos más de él que lo que sabe Barton del  cuadro en la pared con esa fémina sentada en la playa, etc…
          Barton Fink (1991) es un film de Joel Coen, en donde la realidad y las buenas intensiones de un escritor chocan con la realidad absoluta de que su mundo no es el de afuera; además de presentar la desmitificación de un genio creador y admirado por Fink (algo muy habitual que pasa con los personajes admirados que no responden a la imagen sagrada que nos construimos) Además, se asiste a la configuración de un personaje (el protagonista interpretado por John Turturro) como uno de tantos artistas llenos de vanguardismo y sublimidad que con el tiempo se estrellan o se queman, si es que no llegan a tener tanta suerte como Barton al encontrar a su vecino de dormitorio en el Hotel Earle (en donde el camarero resulta ser un personaje interpretado por Steve Buscemi) que lo salvan de construir su propio olimpo.





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